martes, 9 de septiembre de 2008

Mi ángel...


Recuerdo que una vez, y de eso deben de hacer casi tres años, mientras caminaba a mi trabajo sola en horas de la mañana, se abalanzó sobre mi un niño limpiabotas de algunos diez años.
Con la situación que vivimos, en donde la violencia no conoce ni de géneros ni de edad, y tratándose de un sitio como aquél en donde lo ostentoso y lo precario hacen una mezcla temeraria, a mi no me quedó pensar otra cosa que no fuera estar frente a un asaltante desaprensivo que trataria, cuando más, de llevarse mi cartera, o arrancarme alguna prenda, en fin, que pensé tantas cosas a la vez, y, como lamentablemente suele pasarme ante algunos tipos de situaciones como éstas, me quedé inmovil... Paralizada...

Me sorprendí bastante cuando el niño me devolvió el reloj que en la prisa por llegar al trabajo se me habia caido aparentemente varios metros detrás, y más sorprendida quedé cuando luego de entregarme el reloj y sin mediar palabras, me regaló un ramito de florecitas moradas que tenia atadas por un hilo de los usados para volar chichiguas...

El jovencito siguió su camino, y mientras aún permanecía estática ordenando los miles de pensamientos que me rondaron en ese momento, cuando salí de mi estado y volteé la cara para darle las gracias y algo de menudo, acabé por sorprenderme más al ver que el niño no estaba, tomando en cuenta que se trataba de una calle recta muy larga y que era casi imposible que ese niño se perdiera tan rápido, ya que ni siquiera sentí que corría...

Si algunos de mis compañeros de trabajo o personas con las cuales hablé en ese entonces, leen esto, seguro recordarán como llegué ese día a la oficina y lo mucho que comenté este encuentro... No podia parar de llorar, incluso en el camino... Y aún años despues de este incidente, que muchos considerarán intrascendente, recuerdo perfectamente bien la cara de ese angelito y más aún, los pensamientos que me recorrieron al pensar en que alguien honrado e inocente podría convertirse en mi verdugo.

Desde ese día llegué a varias conclusiones:

*Los ángeles sí existen... Y no necesariamente vienen blancos, con arpas y alas blancas... Los hay sucios, desgarbados, pobres, poco aparentes, pero con el mismo corazón puro y noble, y vienen con las mismas ganas de ayudarnos... Por que su misión es enseñarnos, y ese ángel me dio unas de las lecciones más grandes.
Otra conclusión es que,

*Los verdugos tambien existen... Y no necesariamente serán las personas horrendas y despiadadas que conocemos y a las cuales tememos... Una persona ¨noble¨ y con buenos sentimientos, puede convertirse en un momento dado en un verdugo, por el simple hecho de no creer... No creer que aún existen la bondad y los buenos deseos, como lo fue mi caso.

La última lección que aprendí es que cuando los ángeles y los verdugos se ven las caras... Siempre se impone el amor y la buena fé... Y todo, absolutamente todo, vuelve a su lugar.

Despues de ese incidente, jamás volví a ver a ese niño por esos predios aún despues de preguntar por él. Nadie dijo conocerlo... Juro que si lo veo hoy, lo reconozco de inmediato... Hay caras y ACCIONES, que son inolvidables...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo, 100%