Recientemente por mi casa pasó una niña camino a la escuela.
Estimo que no tendrá más de 12 años, como también estimo que deberá de estar en un tercer o cuarto grado de primaria.
Solo llevaba en su mano un cuaderno (bastante delgado por cierto), y un lápiz de carbón.
En un país como en el que vivo, no me sorprende en lo absoluto ver este tipo de situaciones, al contrario, es común ver niños hambrientos de estudiar pero a los cuales muchas veces ni el Estado ni una paternidad responsable les permite cumplir ese sueño.
Visto esto, me remonté a mis años de primaria y me situé en el 4to de primaria, cuando eran muchísimas menos materias que las que reciben los alumnos el día de hoy, cuando eran menos horas lectivas y cuando el acceso a la educación era de carácter obligado para los que tenian unos padres que se preocupaban por que esto fuera así.
Recuerdo llevar una mochila con al menos 6 cuadernos, varios lapices, 4 libros, caja de colores, compás, reglas, entre otras cosas... Sin embargo, no siempre tenia esa cara de satisfacción que tenia la niña de esta historia. No siempre sentía orgullo de mostrar a manos abiertas mis cuadernos, No siempre...
Esta niña, con tan poco (por que estoy segurísima que 1 cuaderno no es suficiente para ningún grado), mostraba una cara de orgullo y un temple envidiable... Otra manera más de demostrar que para ser felices y estar satisfechos con algo (o alguien) no se necesita de mucho, sino de lo necesario.
Los resultados pueden ser los mismos al final, las vías de conseguirlo pueden ser distintas.
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